Lo mejor de todo, es que he podido sentir cómo nuestro amor no tiene límites, continuamos viendo sus ojos de felicidad y de admiración cada vez que nos ven a través de la pantalla. Sus voces a través de un altavoz me han dado vida y fuerza estos meses. Los agradecimientos de los padres cada vez que creaba un nuevo material, cada vez que volvíamos a conectar deseando leer la frase de la semana: “estamos todos bien”.
Estoy orgullosa. De cómo entre todos hemos arrimado el hombro para intentar eliminar las dificultades y barreras que todo esto conlleva en todos los sentidos.He vivido una sensación de trabajo en equipo nunca vista antes. He visto humanidad, esfuerzo y solidaridad.
Pero lo que más me ha marcado es que a pesar de todo, se nos ha dado la razón. La educación no son solo contenidos, que sí se pueden transmitir a través de un ordenador. Es mucho más. Ha faltado el contacto, la caricia en los días malos, el abrazo de buenos días, limpiarles las lágrimas y las rodillas, mirarles a los ojos y decirles que todo está bien. Eso, todo eso no lo suple una pantalla.
Deseo que llegue el día de poder volver a abrazaros, bailar con vosotros cogidos de la mano y crear ese gran equipo que formamos todos juntos: niños y maestros.
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